quinta-feira, 19 de dezembro de 2013

Pensamientos para acciones



El colonizador violentó nuestros pueblos negros e indígenas. Después dejó de herencia una élite que domina e  instaura en su discurso una "libertad" travestida de crueldad "democrática". Para mí, es imposible leer mis objetos de investigación y no comparar sus momentos históricos con lo que vivimos hoy.
Para que quede más visible mi pensamiento, trabajo en el doctorado con dos intelectuales afrodescendientes: Manuel Zapata Olivella y Abdias do Nascimento. Ambos se van a ver influidos por el período de los movimientos por los derechos de la población negra: desde la década de 30 del siglo XX hasta los años 70 con la independencia de los países africanos. Sus escrituras van más allá de la pura estética; son un posicionamiento político.
En este camino, encontramos un personaje de Zapata Olivella en el libro Changó el gran putas, Agne Brown; mujer, negra, estadounidense, que es la representación de tantas mujeres que lucharon por los derechos del pueblo negro. Queremos establecer un breve diálogo.
Ella fue escogida por los Orichas y en la narrativa de Zapata percibimos el tono que resalta el papel femenino en la lucha por los derechos civiles, una vez que el personaje está en el lugar simbólico de los Estados Unidos, en el período del siglo XX en que hay una reivindicación por la visibilidad de la población negra: “Changó, entre todos los ekobios [las negras y negros], te ha escogido a ti: mujer, hija, hermana y amante para que reúnas la rota, perseguida, asesinada familia del muntu [idea de humanidad a partir de la cultura africana, precisamente del pueblo bantú] en la gran caldera de todas las sangres” (Zapata Changó el gran putas 443). El papel del intelectual, en este caso, una mujer, será preponderante para establecer el pensamiento de la libertad universal que los negros también tienen la oportunidad de disfrutar.  El linaje ancestral siempre reiterado en la narrativa reaparece en la figura de Agne, pero como la recurrencia de una memoria olvidada: “Respira el aire libre, aquí estamos alumbrando el comienzo de tu nueva vida olvidada de la carimba que puso la loba blanca sobre tu soul” (Zapata Op. Cit. 443). La relación de la esclavitud, es decir, la relación de la dominación, hizo que el colonizador violentara la identidad del colonizado. En esta relación de dominación se instaura un “intermediario del poder utiliza un lenguaje de pura violencia” (Fanon Los condenados de la tierra 22). El arma del europeo fue la violencia física, psicológica y cultural.
Es por medio de este lenguaje de violencia, del que nos habla Frantz Fanon, que observamos cómo el colonizador hizo tan bien su trabajo de sometimiento que hasta hoy en día la clase dominante, por medio de un discurso travestido de “políticamente correcto”, invisibiliza los sectores sociales dominados y los aleja del espacio de poder.
Como señala Zapata Olivella, la loba blanca, metáfora para el colonizador europeo,  carimbó el alma de los colonizados, pero se olvidó de que la memoria de nosotros no fue aniquilada por completo. Siempre hubo en la historia quien no estuviese de acuerdo con la opresión. En nuestra posición, como intelectuales, renace el mismo sentimiento que hubo en Benkós Biojós, Bolívar, Malcon X, Zumbi de los Palmares, entre tantos otros, de reivindicar nuestra voz, la voz de los subalternos, la libertad y digo la libertad universal del ser humano, sin ninguna opresión, pero reafirmo: n-i-n-g-u-n-a. Es necesario observar y desarticular las armas de silenciamiento que un grupo dominante tiene para quitar los derechos inalienables del pueblo.

No hay duda, como ya decía Bob Marley: descolonicemos nuestras mentes. He aquí nuestro desafío: estar en  la sociedad y tener voz como negros, negras, indígenas, homosexuales, mujeres, pobres, gitanos y tantos otros subalternos. 

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